No me seas cefalopodo
Mi invertebrado enemigo de la foto es un cefalópodo (palabra de origen griego que quiere decir cabeza con pies), que por cierto tiene un gran cabezón, su cuerpo en forma de vaina es cilíndrico y posee dos aletas laterales. Entorno a su boca tiene ocho tentáculos con ventosas y dos contráctiles con el extremo más ancho y plano que a su vez, poseen cuatro hileras de ventosas rodeadas de anillos de garfios córneos. Estos tentáculos contráctiles, más largos que el resto, son prensibles, lo que quiere decir que sirven para atrapar a su presa y que, ayudándose por los otros tentaculitos más cortos, la llevan sin piedad hasta su boca para desgarrarla con sus poderosas mandíbulas en forma de pico curvado como los loros y comérsela a continuación sin ningún tipo de escrúpulo ni miramiento.
Ante tal atrozidad me he visto casi obligado -por dignidad y por solidaridad- a devorar con rabia a tal monstruoso depredador.
Me lo han servido a la plancha y con un contorno de verduritas. Delicioso. Un aviso a los que quedan.
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