domingo, junio 24, 2007

Adoro el verano



Hoy es San Juan y hoy es el día más largo del año. Aunque el verano astronómico empezó el pasado 21 de Junio, hoy a todos los efectos, empieza en el hemisferio norte un nuevo período estival. Sin lugar a dudas, es la estación del año más esperada, más anhelada. ¿Porqué será que todos preferimos el verano al invierno? Personalmente adoro este luminoso y caluroso período del año. Me encanta esa estética veraniega de mostrar las carnes y tatuajes varios a todas luces, ese afán de exibir el propio body. También me encanta aprender de memoria la canción del verano de George Dann y cantarla a viva voz mientras me desfogo bailando en cualquier verbena madrugona. Adoro el calor mareante de las grandes ciudades y sentir esa bofetada de aire caliente en la cara que surge a chorro de los aires acondicionados de los comercios mientras paseo por la calle. Vibro ante el caldeado asfalto, repleto de interminables colas de coches, que salen o regresan de la ciudad y, enmedio del gran colapso ver asomar por las ventanillas, alegres piececitos desnudos de las calurosas acompañantes. No puedo resistir esperar mi turno en el bonito restaurante del puerto para luego, saborear mi urgente y pasadita paella. El griterío de los niños que una vez terminados todos los colegios y todas las colonias, sus padres intentan colocarlos desesperadamente a sus respectivos y por otra parte, desaparecidos abuelos. Me gusta poner la radio y escuchar los avisos de que este verano, el recién importado mosquito-tigre, causará estragos entre la población. También dicen que en las costas mediterráneas, tendremos una auténtica plaga de medusas que hará imposible el baño, aunque los gobiernos locales nos tranquilizan a continuación ante el anuncio de la instalación de cinco mil nuevos puestos de socorro en las playas. También se espera que la ya familiar legionella de cada año, este año afecte a más de tres mil personas. Me encanta además, escuchar la advertencia de que si aún no tengo hecha mi reserva de hotel y avión, posiblemente ya no pueda ir a ninguna parte. Y es que no puedo resistirme a los overbookings, a las huelgas de pilotos en agosto y a los petardos de mi calle, que vive en constante verbena. Si a todo eso le sumamos los turistas, la programación de verano de las televisiones, los incendios forestales, las fiestas mayores, las habaneras y la salsa mahonesa contaminada, no tengo más remedio que declarar al verano como la estación más maravillosa e increíble del año.
Por muchos años.