jueves, mayo 10, 2007

Testosterona


Como como como,
bebo como bebo
y como vivo, quiero.

(joanet)

Post Data:
A los hombres de mi edad, aparte de una posible e ignota sabiduría, suele ocurrirnos un fenómeno curioso: de repente, nos percatamos de poseer una misteriosa e incontrolable capacidad para transmitir dulzura y ternura, exquisiteces situadas otrora en territorio poco viril.
Descubrimos una nueva cara del poliedro mujer, eclipsada hasta ahora por sus tetas y de la que desconocíamos su existencia.
Empezamos a caminar a tientas desde un punto a partir del cual, dejamos de creer que las cosas no son, no ocurren ni se resuelven, por cojones.
Y cuando amigo, este fenómeno te aborda, no es la ignota y espontánea sabiduría la que te lo provoca sino la testosterona: esa hormona que ha regido hasta ahora en tu voz, en tus músculos, en tu machismo, en tu toro interno, y que ahora, finalmente, empieza a mimbar.
Amigo, ha llegado tu hora.
Aprenderás a no chulear ni alardear de tu incontrolable líbido. A ver crecer tu barriga, a ser muy dúctil, a dosificar tus actos de amor procurando que la parte teórica sea más interesante y mejor que la práctica.
Pero, y aquí está lo bueno, también aprenderás a ser poeta tardío, charlatán y vendedor de alfombras. A reconvertir tu potencia en esencia...

Hoy desenpolvo de nuevo mis lonely lunches después de haber comido con un buen amigo y sin embargo andrólogo.
¿Se nota?