Travel-mate
El vuelo de Madrid a Argel ha durado poco más de una hora mientras que para regresar a Barcelona calculo que voy a necesitar unas cincuenta y dos. Mi plan de viaje es hacerlo de una tirada y sin escalas, lo que quiere decir que saliendo del puerto de Argel, hay que arrumbar a la isla de Tagomago en Ibiza y desde allí poner rumbo a Port Balís en Llavaneras para cubrir un total de trescientas diez millas.
Esta vez tampoco viajo en solitario, me acompaña Bombay, un can muy listo que solo tiene un año, pero cuenta ya con una dilatada experiencia marinera.
A las 22:30 cumplidas todas las diligencias portuarias, habiendo llenado el depósito de combustible y compradas provisiones para los próximos dos días, zarpamos Bombay y yo del puerto de Argel. El viento del Este me permite poner momentáneamente rumbo directo a Tagomago, mientras el parte metereológico argelino, anuncia marejada con áreas de fuerte marejada. El cielo está cubierto y ya llevo puesto el traje de agua. En las primeras tres horas de viaje, me encuentro con un considerable tráfico marítimo, principalmente mercantes, que me obliga a permanecer atento al radar y a los prismáticos. Teóricamente los barcos propulsados solo por el viento tenemos total prioridad de paso, pero la práctica demuestra que no es así. Ningún mercante o petrolero suele modificar su rumbo para dejarte pasar. Luego y para seguir con la tónica de este viaje desde que empezó, está cayendo un fuerte aguacero que durará toda la madrugada. Bombay hace ya un buen rato que duerme enrollado como una ensaimada, en el sofá de cabina. Esta es mi primera noche de guardia. Me la paso tomando café con leche y galletas.
Para mi, el momento más crítico de una guardia después de haber pasado toda la noche sin dormir, se produce justo a la salida del sol. Y hoy el Orto, que no he podido ver a causa de las nubes, se ha producido a las seis en punto. A esa hora y con los primeros albores, se suma el sueño con el frío y con el desánimo. Para romper esta rutina y superar el trance, me preparo un par de huevos fritos con bacon que perfuma intensamente toda la cabina y despiertan al grumete Bombay. Hemos navegado cincuenta y seis millas, la mar se mantiene en marejada y parece que va a menos. Después de desayunar me pongo al portátil para escribir estas líneas mientras escuchamos músicas de antaño.
Hacia las dos de la tarde, cuando llevamos cien millas navegadas, arrecia un viento fuerza cinco del primer cuadrante que me obliga a ceñir mucho la embarcación para mantener el rumbo mientras los chubascos se suceden uno tras de otro. Una manada de delfines ha tenido muy ocupado a Bombay que no ha parado de ladrarles. Estaba tan alterado saltando en la resbaladiza proa de la amura de babor a la de estribor que he temido por un instantante que pudiera caer por la borda. Hasta que los delfines no han desaparecido, no he conseguido persuadir al mojado perrito para que regresara a una zona más segura. Mi lonely lunche de hoy se ha resuelto con un socorrido roast beef y puré de patatas acompañado de un rioja reserva. De postres, un buen trozo de Roquefort para terminar el vino; afortunadamente en la mar no hay controles preventivos de alcolemia. A las seis de la tarde, el ploter me indica que estoy a quince millas al sudeste de Formentera, pero un fuerte aguacero me impide ver nada en dos millas a la redonda. La mar está plomiza y la marejada no ha amainado pero tampoco ha aumentado.
A las 20:00 y divisando por babor las Pitiusas en el radar, me sobresalto por un estruendo seco al tiempo que el barco se adriza. Subo disparado a cubierta y veo la botavara totalmente suelta, y sobre el través. La presión y sobrecarga producida por el viento, ha roto el grillete que trinca la escota de la mayor y la botavara se ha soltado. Doy un suspiro de alivio, pues no es la primera vez que me ocurre este percance. Viro la proa al viento, cobro la botavara, la trinco provisionalmente con un cabo para que no de bandazos y bajo a la cabina a buscar un grillete de repuesto en la caja de herramientas. Una vez trincada la mayor y recobrado el rumbo, me tomo un buen trago de whisky de malta, directamente de la botella, para contrarestar el subidón de adrenalina. Ahora hay que prepararse para la próxima noche. Estoy bastante cansado y voy a intentar dormir aunque solo sean dos horas. Por lo cual activo una alarma en el radar que me avisará en caso de que cualquier objeto se acerque a mi barco a menos de dos millas. Aunque el sistema es muy práctico, tiene el inconveniente que la alarma no es excesivamente estridente por lo que, si caigo en un profundo sueño, temo no poder oirla. A medianoche, después de cenar una tortilla con pimientos del padrón, libro la isla de Tagomago por babor y arrumbo hacia nuestro segundo y último waypoint en Puerto Balis.
La alarma ha sonado un par de veces y ha conseguido despertarme. Eran avisos de proximidad sin importancia pero hacia las tres de la madrugada un fuerte golpe en cubierta me ha despertado de un sobresalto. Bombay que también lo ha oído, ladra sin parar. Subo rápidamente con la linterna y compruebo que en cubierta hay un pez volador dando tumbos. Me tranquilizo otra vez y con la ayuda de un bichero, lo devuelvo de nuevo a la mar. El can un tanto asustado no ha subido a cubierta y ha permanecido en cabina; se atreve con los delfines pero le asusta la negra noche. Yo esta vez no tomo ningún buen trago de whisky para calmar el subidón de adrenalina porque a esas horas me daría un buen ardor de estómago. Ahora mientras tenemos Mallorca a unas quince millas por estribor, diviso por popa el faro de la Dragonera y, por primera vez , la noche es clara y limpia. Por el través de estribor se divisan los rayos de una tormenta lejana que consiguen dibujar las altas montañas de Mallorca encima del horizonte. El viento ha perdido intensidad y la velocidad del barco ha disminuido ligeramente.
Después de cuarenta y seis horas de navegación, seis menos de las previstas, a las 20:00 de hoy martes, amarro mi barco en el pantalán de Port Balís. Estamos de nuevo en casa y Bombay está ansioso por saltar a tierra. He terminado mi relato rápidamente porque aunque intento sintetizar lo máximo posible, finalmente me ha quedado un salmo excesivamente largo para un blog.
Ha sido una experiencia con poco lunch pero bastante solitaria, ya que considero a Bombay como parte de la tripulación.
14 comentarios:
Joanet
"Bebo" as suas histórias :)é um magnífico contador de sentires...
Um abraço.
Intrepidante! ...y yo que pensaba que era un blog exclusivamente culinario.
Ahora ya está confirmado, somos vecinos, esto del Balis, no conoceras el Racó del Navegant y sus arroces, los piés rebozados de Can Jaume, la pasta del Italiano o el filete al foie de Il Porto?
jajajaja
Muito agradeçido Graça pelo seu comentàrio sobre minhas històrias nauticas. Agora, atè o verão vou ficar em terra!
De hecho pretende ser un blog no de gourmet sino de experiéncias gastronómicas personales. Lo que pasa carmen es que de vez en cuando, para variar, me lío con otros temas.
Efectivamente 'som veïns' y conozco perfectamente todos los restaurantes que has mencionado, y donde por razones de vecindad, acudo muy amenudo.
Gracias por tu visita!
Ciao bel musetto,cucciolotto, tanti b.b.b.....
Ciao Joanet, ti saluto ovunque tu sia!!!
B......
Oops dolceviola, io credevo che tutti i bacci erano per me, no per il musetto! (Peccatto, Brrr)
INTERESANTE VIAJE JOANET. ¿PUEDES DECIRME QUÉ MARCA DE RADAR TIENES?
Un pez volador en cubierta?! ... qué hermoso!
Bombay es un grumete dices; sin embargo, apareció en escena más como un polizón.
Bombay es un Jack Rusell muy inteligente y tenaz. Sinceramente no creo que fuera ni grumete ni polizón. Era simplemente el contramaestre, lalodelce.
Qué guapísimo Bombay, y como posa !. Me ha encantado.
Me alegra saber que todo bien por Argel...
Espero que London haya sido muy London, Camille
Siento ser plasta pero me encanta Bombay, lo digo en serio. Me parece lo más guapo que he visto yo en perros hace mucho tiempo, la raza es Jack Russel? perdón por mi ignorancia pero no entiendo de perros. Y dices que tiene un año..así que no es un cachorro, verdad? es así de peque, no?. Ay es que me encanta!!. Desde que lo vi suelo venir a mirarle. Es una pocholada !!
Efectivamente se trata de un Jack Rusell Terrier y hay dos tipos: el de pata larga y el de pata corta que es el caso de Bombay. Es un perrito muy inteligente pero terriblemente dependiente de su dueño. Lo tengo todo el día pegado incluso cuando me encierro en el lababo, el can hace guardia en la puerta. Su posición 'standard' es la de la foto: una oreja erecta en plan avizor y la otra en reposo...
De verdad que no sabes lo que me ha gustado Bombay. Anoche se lo enseñé a mi Olivier y todo. Es que es precioso. Me encantan los perros, pero hay que ser muy responsables para tener uno. Quiero decir que hay que pensarselo mucho y por ahora parece que no aceptan perro como animal de compañía.
Me conformaré con ver a Bombay en fotos.
Me gusta mucho el cocker también, pero me había dicho lo contrario de lo que me cuentas del tuyo. Dicen que son muy independientes y que tienen un olor muy fuerte.
Ay qué guapo es Bombay
Publicar un comentario