martes, septiembre 15, 2009

Caldereta de gambas con desamor


Desde hace décadas, que canciones y películas, forman parte de una conspiración planetaria.
Versos y frases de cancioneros nos inculcan apasionantes amores y deseos. También millones de kilómetros de celuloide nos llueven encima desde la más temprana edad, infundiéndonos historias de amor imposibles con maravillosos y eternos happy end. Productos de felicidad propiciados por el poder a través de la industria cultural o del simple dirigismo a sabiendas de la proyección que de ellos hace la sentimentalidad popular. Una conspiración diseñada desde hace décadas utilizando la influencia que ejercen los medios de inculcación cultural y doctrinal mediante la canción, la novela y el filme de amor, todos ellos excelentes portadores de pautas de imaginación, de ideología y deseo para las masas.
Luego, sales del instituto o la universidad, -me decía mi compañera de mesa,- convencida que el amor te está esperando y te encuentras, después de innumerables intentos, que ni Humphrey Bogart, ni Clark Gable, ni Paul Newman, ni George Clooney ni siquiera Brad Pitt existen.

Todo eso ocurría mientras el chef Shojiro nos había ofrecido mi siempre sugerida caldereta, que substituye la costosa langosta, por unas sabrosas gambas de Palamós.
Boleros y películas de amores posibles e imposibles, sabedoras que, desde Platón, el amor es el lugar privilegiado de la pasión efímera y Platón creyó, como yo, que a través del cancionero popular han llegado las grandes ideas y los grandes mitos de nuestra cultura humana.
La fantástica caldereta de gambas se eclipsa frente la densa conversación de mi compañera sumida en su reciente y delirante desamor.
El segundo plato fué un tataki de atún acompañado de un puré de patatas con cabalacín y una cucharada de samfaina. Una mezcla genial del saber cocinar mediterráneo y nipón.
Y entre todo el devaneo amor-desamor, me solidarizo con mi comensal compartiendo con ella el planetario ardid de la conspiración. También sugiero, para concentrarme en los postres, de que es imposible que el amor sobreviva si te echas a dormir y se convierte en una mera rutina.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nuestros cerebros están sobreestimulados con toda la información que recibimos de las más diversas formas, la pena es que queremos transformar la vida a un formato digital. Nos forzamos a creer que todo lo que sucede en películas, revistas, cine, televisión, celulares y el Internet con todas su vainas es copiable.

Amor y desamor son la misma cosa al fin y al cabo sólo que polarizados en diferentes extremos.

Me quedo con la rica caldereta de gambas, que aquí le llamamos chupe de camarones (la receta de mi abuela no tiene rival)... y un postrecito. Los postres tienen la maravillosa facultad de curarnos el espíritu.

Qué postrecitos ofrece Shohiro, Joanet?

pescado del dia dijo...

En mi país los programas televisivos de más audiencia son los dedicados al desamor. Desamor con gritos, intimidades ventiladas 'on air' y sórdidas historias de infidelidades varias. Es lo que hay.
Los lunches que comento en mi blog de Shojiro son menús de mediodía. Para la cena tiene una carta con precio bastante prohibitivo. Los postres incluidos en el menú están elaborados totalmente por él y suelen ser: brownie de chocolate con semifrío de canela, crema de fresa con bizcocho caliente, tarta de pera con frambuesas, canalón de crema, queso tierno de cabra (recuit) con miel y frutos secos, mató con naranja amarga... y otros que no me vienen a la memoria. Si estás de regimen, tiene alternativas de zumos de frutas.
Ya ves, para trabajar luego por la tarde...

Anónimo dijo...

Haces publicidad gratis que bueno !!!!!!