viernes, agosto 21, 2009

Ramadán



"Mucha gente que ayuna no obtiene nada de su ayuno excepto el hambre y la sed, y mucha gente que reza no obtiene nada de ello excepto cansancio".
(Muhammad el Profeta).
En España viven un millón de musulmanes de muy diversas procedencias, aunque el grueso de la población es de origen magrebí. A partir de hoy, en esta calurosa noche de agosto, cuando en el cielo aparezca el creciente lunar, este millón de musulmanes iniciarán un mes dedicado a la abstinencia: el ramadán.
Un mes consagrado a la devoción y a la solidaridad y en el cual, todos los adultos se abstendrán de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales. Un ayuno con carácter purificador que se realiza durante el día o durante el tiempo que transcurre entre poder distinguir un hilo blanco de uno negro, hasta no poderlos distinguir. El ramadán constituye uno de los cinco preceptos fundamentales y obligatorios de la religión islámica: profesión de fe, oración diaria, limosna, ayuno y peregrinación a La Meca.

Este verano estamos siendo azotados por un canicular agosto como no se había sufrido en muchos años, por lo que no ingerir ni líquido ni alimento durante todo el día será penoso. A pesar de ello, los pocos musulmanes que conozco, lo asumen de buen grado.
Al margen de la fe, siempre he creído que comer y ayunar forman parte de una simetría vital como es inspirar y espirar o dormir y despertar. El ritmo natural de nuestra vida contiene ambos polos, en una continua alternancia entre períodos de ingestión y períodos de ayuno, variando sólo el ritmo. Con el progreso de la civilización esta alternancia ha dejado de tener sentido y ha caído en el olvido, los períodos de ayuno ya no existen y la comida se ha convertido en algo tan natural y abundante que pasamos la vida comiendo. Ayunamos sólo mientras dormimos, porque luego por la mañana, lo interrumpimos con un desayuno, breakfast o déjeuner.
Me gusta comer. Pero también me gustaría recuperar la simetría vital entre comer y ayunar periódicamente. Aunque el ramadán es mucho más que un ayuno, pienso que es una excelente fórmula de higiene física y espiritual.

3 comentarios:

lalodelce dijo...

Ahí estoy contigo, Joanet, pues resulta que cuando era más joven hacia ayunos de día, o sólo comía frutas, o sólo líquidos. Con los años y las malas costumbres adquiridas en países ajenos mis prácticas se fueron por el caño, independientemente de la religión.

Ni que decir que mi cuerpo paga el pato.

Y sí vivimos para comer y no al revés que es como debería ser.

Un plato vacío simboliza adecuadamente un llamado al pensamiento y al re-entrenamiento del estómago.

lalodelce dijo...

... aunque confieso que hoy me comí el suchi más exquisito a la orilla del río ... mmm ... se derritió como mantequilla en mi boca.

lalodelce dijo...

sushi ... ejem ...