sábado, enero 10, 2009

Lonely Breakfast


Es sábado y desde bien temprano que no dejado de llover. Y lo hace con ganas. Son las nueve de la mañana, mientras doy una vuelta en mi coche por el desértico puerto deportivo, acompañado de la monótona canción de los limpia parabrisas. El cielo gris plomo contrasta con los veleros que aparecen más blancos que nunca. No me apetece salir del coche, pero al pasar frente a los empañados cristales de la Taberna del Puerto, percibo mucha animación en su interior por lo que decido entrar, comprobar si hay alguien conocido y de paso, tomar un café. Sólo cruzar la puerta, me recibe una intensa mezcla de olores a platos cocinados. El pequeño local está a tope, mientras me voy cruzando con camareros porteadores de consistentes y humeantes platos, más propios del mediodía que de aquella temprana hora. Calamares fritos, fricandó, sépia con albóndigas, callos con garbanzos... tengo la misma sensación que se debe sentir cuando buscando una farmacia, te metes por equivocación en un inesperado local de striptease, aunque en este caso fuera striptease gastronómico, por lo que me quedo embobado frente a tanto ambiente. No ha pasado ni un minuto de erotismo culinario, cuando siento que mis papilas gustativas se han hinchado ante tanto estímulo y me dirijo rápidamente a la única mesa libre que queda en el fondo.
Mmm, decido, manitas de cerdo en salsa, qué caramba! Acompañados de un respetable Cabernet Sauvignon. Me olvido de la salsa portante y me digo a mi mismo, que siendo las manitas de cerdo pura gelatina,  no engordan. O al menos eso quiero creer. 

De postre, queso fresco gallego con membrillo.
No hay nadie conocido en la concurrida taberna, mientras que fuera en el puerto, parece que ya sea de noche y sigue lloviendo a cántaros.
Devoro mi desayuno con un inusitado apetito mientras pienso que como el mediodía está aún muy lejos, ha sido una provechosa manera de pasar el rato.
Al cabo de una hora, salgo del local de perdición. Mis papilas han gozado y no siento ningún remordimiento. Corro hacia mi coche para mojarme lo menos posible. Cierro rápidamente la puerta para evitar toda esa agua que entra y me quedo durante un instante escuchando el traqueteo del agua sobre el metálico techo.
Qué barbaridad, -pienso- cómo come toda esa gente. Y a esa hora! 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

>Qué barbaridad, -pienso- cómo come toda esa gente. Y a esa hora!

Eres uno de "esa gente", jajaja! Yo no he visto esa lluvia de esta mañana, pues cuando me ha llegado la noticia aún he estado en cama y aquí hacía sol! Dormilona de Jet Lag

Anónimo dijo...

Nunca he comido manitas de puerco, aunque sí me gusta almorzar o cenar a la hora del desayuno, algo consistente que me mantenga en pie y fuerte por varias horas y me alimente de verdad. Aunque hoy me comí un poco saludable doughnut lleno de vacías calorías y horrorosas grasas fritas.

Bueno, fiu, más bien que no era un cabaret de striptease ... además Joanet ¡¿Cómo puedes confundir una farmacia con un boliche de striptease?! ... mirá que aun sitio así hay que ir bien preparadito, ehe?